jueves, 22 de abril de 2010

La Yoli


Cuatro años es mucho tiempo. Y es esa la cantidad exacta de años que llevo siéndole fiel. Ella se lo ganó. Una vez al mes. Quizás una vez cada dos meses. A veces trato de aguantarme pero siempre termino allí, tocándole el timbre y entregándome a sus manos.
Pero el último febrero fue diferente. Hacía más de dos meses que no lo hacía y mi desocupación se notaba en mi billetera. Ella, la otra, cobraba casi la mitad que La Yoli. Y yo lo estaba necesitando…Era más joven. Su inexperiencia se notó enseguida. Comenzó a hablar, a hacerme preguntas sobre cómo quería que lo haga. En ese momento extrañé a La Yoli porque ella no pregunta, ella hace. Ya sabe cómo. Empecé a arrepentirme de mi infidelidad mientras que ella empezaba a hacer mal lo que La Yoli hace tan bien. Terminé de arrepentirme mientras me veía en los espejos.
A comienzos de abril, lo estaba necesitando otra vez. Pero ahora tenía un trabajo. Ahora mi dedo podría volver a presionar el timbre de La Yoli. Y mi dedo lo hizo. Entré con la culpa en mi cara pero no me dijo nada. Ni un reproche. Eso sí, conciente o inconcientemente, se vengó de mi. En vez de hacerme pasar con ella, hizo que me atendiera L. L también sabe hacerlo pero no como La Yoli. Con L no quedo nunca del todo conforme. Así que tendré que esperar otro mes. Quizás dos. Pero la próxima sí. La próxima el pelo me lo vuelve a cortar La Yoli.

Adrián, el que fracasa cuando intenta romper sus estructuras