martes, 29 de noviembre de 2011

Carta a George Harrison (Diez años)

¿Sabés qué? El 29 de noviembre de 2001 yo recién me había comprado mi primera guitarra y cantar enfrente de alguien me daba mucha vergüenza. ¿Sabés qué? Todavía faltaba bastante para que algo en su forma de moverse me haga enamorar por primera vez. Así que todavía no había pasado por quizás las dos sensaciones más importantes de mi vida. El amor y la música. Pero ese día (al otro en realidad, porque nos enteramos la mañana del 30) me pasó algo que nunca me había pasado. En un canal de cable estaban pasando todos videos tuyos y cuando pasaron Something me puse a llorar. Nunca había llorado la muerte de alguien que no conocía. En ese 2001 yo me iba a dormir escuchando todas las noches un cassette que tenía Something y I Need You.
Una de las primeras cosas que “inventé” en la guitarra era igual a Between The Devil And The Deep Blue Sea. Sí, supongo que sos mi mentor junto con tu amigo Bob. Siempre fuiste mi Beatle preferido. Alguna vez leí que elegir a tu Beatle favorito te definía como qué clase de persona eras. Decía que alguien cuyo preferido es Harrison, “será una persona reservada, curiosa, cínica y retraída.” Una frase tuya ("Fuimos Los Beatles no porque dimos el alma, sino porque dejamos nuestro sistema nervioso central") le da título a uno de mis discos nacionales preferidos. Habla de amor y jardines. Creo que te gustaría.
Cuando yo era muy chico, vi una película que me alucinó y me dejó con sensaciones desconocidas por mucho tiempo. Recién este año me enteré de que vos la habías producido y volví a alucinar. Así como cuando descubrí que You era tuya… se me hizo un nudo en la garganta y tuve que llamar a mi vieja para decirle. Ella la escuchaba todo el tiempo cuando yo era muy chiquito. No puede ser tan hermosa una canción que la mitad de la letra dice solamente “te amo”.
Diez años atrás no sabía si mi amor crecería. Pero crece todo el tiempo. Así que hago de cuenta que me podés leer para decirte que hoy te lloraría más. Pero estoy seguro que no te gustaría. Al fin y al cabo, tu hijo dice que si te preguntaran donde anduviste, dirías que estuviste acá todo el tiempo. Sería verdad. Si cada parte de vos estaba en tus canciones, siempre puedo sentirte a mi lado para recordar que todo debe suceder, que no siempre será así de gris.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Ringo Starr en Argentina: Actuar Naturalmente




(A mi hermana Karen Love you whenever we’re together, love you when we’re apart)

Mandar a volar las butacas del día anterior fue un acierto que le sumó rock a esta noche donde el rock and roll desborda el Luna Park. Después del breve pero hermoso set de Fernando Blanco (merecidísimo telonero, coautor del genial The Beatlend junto a Sergio Marchi), la ansiedad se agiganta. Ringo Starr no viene fácil. No sólo porque esta es la primera visita del Señor de los Anillos a Argentina sino porque se apagan las luces y Ringo no está. La banda comienza a tocar It don´t come easy, incluso canta el primer verso y recién en ese momento Ringo entra…corriendo. Ante la ovación, saluda con sus clásicos dedos en V, toma el micrófono, canta y baila. Antes de Honey Don´t dice “Olé, olé, olé… ¡Argentina!”. En el medio de Choose Love (love, love, love, love) se sienta en su trono baterístico. No al comienzo. En el medio. Esta es una constante en su show, Ringo va y viene de la batería.
En muchos temas Ringo ni siquiera canta sino que cede el lugar a los miembros de la All Starr Band para que muestren aquellos temas por los cuales pasarán a la historia. Así se destaca Rick Derringer (guitarra y voz) con Hang On Sloopy, Wally Palmar (guitarra y voz) con What I Like About You y, sobretodo, Edgar Winter con Frankenstein. Un instrumental de casi diez minutos en donde Winter alterna entre teclado, saxo y percusión. ¡Y Ringo ni siquiera está en escena! Antes de Dream Weaver, hay tiempo para recordar a George Harrison cuando Gary Wright (teclados) cuenta en castellano que conoció a Ringo cuando grabaron en All Things Must Pass y que un viaje a la India con el guitarrista, lo inspiró a componer su canción. La banda se completa con Mark Rivera (saxo y percusión), Greg Bissonette (batería) y Richard Page (bajo). Entre todos, tocan viejas glorias que nadie se imaginó que alguna vez sonarían ante un Luna Park repleto.
Como era de suponer, nada se compara a la euforia que se produce cuando Ringo canta temas que hacía con The Beatles. Dedica I Wanna Be Your Man a todas las chicas y dice que, si no conocen el tema que sigue, están en el concierto equivocado antes de que todo el estadio salte y cante ante Yellow Submarine. Preguntó si alguien quería hacer un pedido y todos gritaban “Octopus’s Garden” (que ya no toca). Pero, justo en ese momento, alguien le tira algo chiquito y Ringo dice “No, no, no”. Queda la incógnita de si la hubiese hecho de no ser por el desafortunado hecho (por no decir “tremendo pelotudo”). Igualmente arrancó con la inmejorable tríada final: Photograph (aquel número uno que compuso con George), Act Naturally (¡la que cantaba presentándose a sí mismo!) y, por supuesto, With A Little Help From My Friends (seguida del estribillo de Give Peace A Chance).
Grandes momentos de rock. Sin embargo, la fotografía que yo me llevo del recital para cuando los años pasen y nos volvamos viejos es la de Ringo sentado a la batería sin tocar ni hacer nada. Derringer se manda un solo de aquellos y Ringo sólo espera. Me recuerda los lugares que solían visitar. Lo veo en el Luna sentado esperando y lo imagino sentado esperando pero en Abbey Road, a que los demás dejen de pelear porque Ringo sigue siendo el predicador del amor y la paz, el que te dice que no importa lo que elijas, que elijas amor. Durante estas casi dos horas y cada vez que su música suena a través del universo logra que olvides el pasado y toda su tristeza. Para lograrlo, todo lo que tiene que hacer es actuar naturalmente.

Ringo Starr and His All Starr Band. Luna Park. Martes 8 de noviembre de 2011.