Con una almohada. La señora que rondaba los sesenta años estaba parada contra la valla…con una almohada. Fueron pocas las canciones que coreó pero se mantuvo imperturbable durante la hora y media que duró el show de Gabriel Fernández Capello más conocido como Vicentico. No era la única señora en La Trastienda Club. El martes hubo mucho cincuentón que en un recital de Los Fabulosos Cadillacs hubiesen huido del pogo al primer acorde. Pero el cantante que cumplió una década como solista ha logrado no sólo reinventarse como artista sino atraer a un público nuevo y distinto.
Con la religiosa Soldado de Dios, del recientemente editado Vicentico 5, arrancó una lista de temas centrada en sus dos últimos discos: los de la reinvención junto a Cachorro López en la producción. En este nuevo rumbo, la banda se pobló de guitarristas (tres y en algunas canciones, cinco) comandados por el ex Suárez Gonzalo Córdova. El set de vientos y percusión ya no tienen lugar en esta formación que se completa con bajo, batería y teclado.
“¿Se están aburriendo?”, preguntó Vicentico luego del blues arpegiado Fuera del Mundo y el cover de ABBA Sólo Hay Un Ganador, temas que estrenó en vivo en Buenos Aires en este concierto. Bromeó con el hecho de que el público todavía no conociera las letras de las canciones nuevas y con la posibilidad de que le hagan un cacerolazo sino tocaba Matador. La onomatopeya “Chingui Chingui chingui” sumado al gesto de golpear una cacerola fue una constante durante todo el show en el que exhibió un notable buen humor.
Se quitó el saco. Pidió que prendan el aire acondicionado y se quedó sólo con su guitarra acústica para zurdos. “Tengo dos opciones: ¿Siguiendo la luna o Vasos Vacíos?”. La gente gritó en su mayoría por la primera. El estribillo quedó en manos (o en voces) de la concurrencia en un momento de intimidad fogonera. Quizás por la presencia en el público de sus compañeros de Los Fabulosos o sólo porque ya cuenta con suficiente material solista, esta fue una de las únicas dos canciones que haría de su banda anterior.
“¿Hace falta que te diga que me muero por tener algo contigo?”, cantó en una versión de solo piano y voz, más cercana a la versión original de Chico Novarro. Ideal para la señora de la almohada que seguía inmutable. Vicentico como solista ya tiene personalidad propia. Logró interpretar cualquier canción como si fuese hecha especialmente para él. Fue la base para consagrarse ante sus nuevos seguidores: ensamblar con naturalidad la influencia de cantantes populares como Roberto Carlos o Franco Simone pero también la dramática electricidad de Pulp, especialmente en Sólo Un Momento ( la canción y el disco).
El final fue el punto más alto del concierto. La banda reemplazó los vientos y las percusiones propias de La Chilinga de Se Despierta La Ciudad y Tiburón, por una base de sintetizadores y bajo bien al frente que, despojados de todo elemento “latino”, sonaron más cercanos a Blur que a los propios Cadillacs. La banda se retiró y Vicentico tocó Vasos Vacíos acompañado por su hijo Florián en guitarra. La señora de la almohada ya se había despertado luego de un concierto que, en palabras del cantante, fue “único. Bueno o malo pero único”.
Vicentico. La Trastienda. Martes 6 de noviembre de 2012.