Las canciones importantes son las que te abrazan. Y los
mejores abrazos son los que llegan cuando no los esperabas pero los
necesitabas. El jueves fue uno de esos días tristes en los que necesitaba un
abrazo reparador, de esos que te comprenden, de esos que te alivian y te dicen
que “todo lo malo que ahora sientes, cambiará”. Y el abrazo llegó de manera
inesperada y en aroma de canción.
En tres minutos treinta de Un beso en la nariz se me había
ido la angustia del día (porque “todos los humanos necesitamos llorar”) y lo
malo se había transformado en algo bueno solamente gracias a música nueva. Porque
“nada dice tanto de una persona como la música que escucha”. “Con sólo
nombrarme una canción, un músico, un disco con el que te identifiqués me estás
diciendo quién sos, qué te conmueve, qué te hace sentir bien”. Me sigue
alegrando infinitamente saber que hay otros corazones que laten al mismo ritmo
que el mío.