lunes, 14 de septiembre de 2020

Partes de mí

En un abrir y cerrar de ojos, dejé de escaparme por las mañanas para que me leas todos los días el mismo cuento de un gigante. Cuando yo gritaba "maaaa", vos siempre respondías "¿qué?" y yo no entendía la razón. Era chiquito, abuela, para darme cuenta que eras "la madre primera, esa que venía antes de la propia", como dice otro cuento que me gusta. Te escribí uno hace poco. Se llama Luces. No llegué a decirte que tengo nuestras charlas grabadas. Pero sí te dije cuánto te amo mientras acariciaba esas manos que tantas veces me regalaron plata a escondidas, mientras miraba tus ojos que sin lentes parecían cada vez más claros, cada vez más cerca del cielo. No llovió mientras te ibas, abuela. Te desesperabas por la ropa del patio cada vez que iba a llover. Querías ver el sol y yo recé, abuela, sí, sí, recé para que no llueva. Recé como cuando me enseñabas eso de "Angelito de la guarda, mi dulce compañerito, no me dejes solo ni un solo momentito". Y el sol salió, ¿viste? ¿Viste cuánta luz? Mezclate con ella, abuela, volá con el abuelo. Gracias por no dejarme solo ni un solo momentito. En otro abrir y cerrar de ojos, los volveré a encontrar. Una parte de mí se va con vos. Pero una parte tuya se queda conmigo para siempre.