Pasaron los meses y uno ya no tenía esa acostumbrada ansiedad de esperar. Ya no había nada que esperar. Ya ha pasado un año sin Lost. Pensándolo fríamente, quedaron muchos enigmas sin resolver, muchas respuestas eran más pequeñas que el tamaño de las preguntas y era sabido que el final no iba a satisfacer las expectativas de todos. Pero pensándolo con el corazón, o sea, sintiendo, el final fue hermoso.
Odio que digan que terminó en que “estaban todos muertos como en Sexto Sentido” ya que no es así, murieron ante nuestros ojos y nos dejaron ver qué sucedió después de la muerte. Recién ahí pudo haber final feliz. Lost estuvo lleno de misterio y acción pero también estuvo lleno de grandes historias de amor y el final se centró en cerrarlas, en hacerlo bien cursi con reencuentros que ennudecían gargantas. Como dice Pyramid Song: “Todos mis amantes estaban allí conmigo. Todos mis pasados y futuros y todos fuimos al cielo en un pequeño bote de remos. No había nada que temer, ni nada que dudar”. Sí, todos los “losties” tuvieron su final feliz. Charlie y Claire por fin pudieron cuidar a Aaron. Locke pudo volver a caminar. Pero para eso se tuvieron que morir. Entonces antes de despedirse para siempre, Lost, como Radiohead, nos recuerda que hay un mundo mejor. Pero no es este. No es este ni por casualidad.
“Para vivir algo más intenso, más refinado, más sabroso que el discreto sopor de temores y obligaciones llamado habitualmente vida, es imprescindible estar muerto y bien muerto”. Fernando Savater
Odio que digan que terminó en que “estaban todos muertos como en Sexto Sentido” ya que no es así, murieron ante nuestros ojos y nos dejaron ver qué sucedió después de la muerte. Recién ahí pudo haber final feliz. Lost estuvo lleno de misterio y acción pero también estuvo lleno de grandes historias de amor y el final se centró en cerrarlas, en hacerlo bien cursi con reencuentros que ennudecían gargantas. Como dice Pyramid Song: “Todos mis amantes estaban allí conmigo. Todos mis pasados y futuros y todos fuimos al cielo en un pequeño bote de remos. No había nada que temer, ni nada que dudar”. Sí, todos los “losties” tuvieron su final feliz. Charlie y Claire por fin pudieron cuidar a Aaron. Locke pudo volver a caminar. Pero para eso se tuvieron que morir. Entonces antes de despedirse para siempre, Lost, como Radiohead, nos recuerda que hay un mundo mejor. Pero no es este. No es este ni por casualidad.
“Para vivir algo más intenso, más refinado, más sabroso que el discreto sopor de temores y obligaciones llamado habitualmente vida, es imprescindible estar muerto y bien muerto”. Fernando Savater