lunes, 14 de septiembre de 2020
Partes de mí
En un abrir y cerrar de ojos, dejé de escaparme por las mañanas para que me leas todos los días el mismo cuento de un gigante. Cuando yo gritaba "maaaa", vos siempre respondías "¿qué?" y yo no entendía la razón. Era chiquito, abuela, para darme cuenta que eras "la madre primera, esa que venía antes de la propia", como dice otro cuento que me gusta. Te escribí uno hace poco. Se llama Luces. No llegué a decirte que tengo nuestras charlas grabadas. Pero sí te dije cuánto te amo mientras acariciaba esas manos que tantas veces me regalaron plata a escondidas, mientras miraba tus ojos que sin lentes parecían cada vez más claros, cada vez más cerca del cielo. No llovió mientras te ibas, abuela. Te desesperabas por la ropa del patio cada vez que iba a llover. Querías ver el sol y yo recé, abuela, sí, sí, recé para que no llueva. Recé como cuando me enseñabas eso de "Angelito de la guarda, mi dulce compañerito, no me dejes solo ni un solo momentito". Y el sol salió, ¿viste? ¿Viste cuánta luz? Mezclate con ella, abuela, volá con el abuelo. Gracias por no dejarme solo ni un solo momentito. En otro abrir y cerrar de ojos, los volveré a encontrar. Una parte de mí se va con vos. Pero una parte tuya se queda conmigo para siempre.
martes, 14 de abril de 2020
Mi vida secreta
No es cierto que te extraño. Es solamente el problemita ese de vivir con delay. El problemita ese que hace que mi cuerpo esté en 2010 pero mi mente, en 2007, que mi corazón lata en 2015 pero mi alma esté en 2011. El problemita ese que hace que en plena cuarentena del 3 de abril de 2020 yo revise unos dms viejos en busca de un hecho en particular y los encuentre fechados en un 3 de abril de 2013. Exactos siete años. Cuánta sincronía en medio de este delay. Exactos siete años. Habré roto algún espejo que me aseguró que en todo este tiempo aquello no me vuelva a pasar.
No es cierto que te extraño. Es sólo
que aquello, repito, no me volvió a pasar. Hablo del hecho de la
creación conjunta. Siempre admiré a esas parejas que podían
producir juntas un mismo hecho artístico. Como si tuviesen el poder
de materializar el amor. Pensaba en eso esa madrugadita en la que te
pasé unos versos que se me habían ocurrido y vos me pasaste otros
versos tuyos que decías que podían combinar bien con los míos. Y
era eso lo que estaba buscando: alguien que combine conmigo. Alguien
que me vuelva canción.
No es cierto que te extraño. No se
puede extrañar lo que nunca jamás se tuvo en brazos, ¿no?. Aunque
casi corro a los tuyos esa vez que tocaba aquella banda que todos
odiaban pero nosotros amábamos. Debí imaginar que la destinología
iba a lograr que estuvieras ahí. Pero no lo hice. Así que la
sorpresa fue completa cuando se hizo esa ronda gigante que suele
hacerse antes del pogo y vi en persona por primera vez toda tu imperdonable belleza. Me quedé duro. Cuando se desató la
euforia en ese Quilmes Rock, te perdí en un tsunami de gente.
No es cierto que te extraño. Ni es cierto que esa fue la última vez
que te buscaría entre el público. Nunca te dije que a ese Kónex de
Onda Vaga yo no tenía pensado ir pero, cuando me contaste que te
habías comprado la entrada y preguntaste si yo iba, no pude más que
contestar: "Obvio". Dos sucesos que no se repetirán: ver a
ese grupo y asistir a un recital sólo para conocer a "una cosa
petisa rubia". Me vi a mi mismo fracasando en la simple misión
de tomar una birra con vos. Compré dos vasos grandes. Me tomé el
mío y me tomé el tuyo esa noche en la que Buenos Aires confirmaba
aquello de ser la Capital Mundial del Desencuentro.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)