No es cierto que te extraño. Es solamente el problemita ese de vivir con delay. El problemita ese que hace que mi cuerpo esté en 2010 pero mi mente, en 2007, que mi corazón lata en 2015 pero mi alma esté en 2011. El problemita ese que hace que en plena cuarentena del 3 de abril de 2020 yo revise unos dms viejos en busca de un hecho en particular y los encuentre fechados en un 3 de abril de 2013. Exactos siete años. Cuánta sincronía en medio de este delay. Exactos siete años. Habré roto algún espejo que me aseguró que en todo este tiempo aquello no me vuelva a pasar.
No es cierto que te extraño. Es sólo
que aquello, repito, no me volvió a pasar. Hablo del hecho de la
creación conjunta. Siempre admiré a esas parejas que podían
producir juntas un mismo hecho artístico. Como si tuviesen el poder
de materializar el amor. Pensaba en eso esa madrugadita en la que te
pasé unos versos que se me habían ocurrido y vos me pasaste otros
versos tuyos que decías que podían combinar bien con los míos. Y
era eso lo que estaba buscando: alguien que combine conmigo. Alguien
que me vuelva canción.
No es cierto que te extraño. No se
puede extrañar lo que nunca jamás se tuvo en brazos, ¿no?. Aunque
casi corro a los tuyos esa vez que tocaba aquella banda que todos
odiaban pero nosotros amábamos. Debí imaginar que la destinología
iba a lograr que estuvieras ahí. Pero no lo hice. Así que la
sorpresa fue completa cuando se hizo esa ronda gigante que suele
hacerse antes del pogo y vi en persona por primera vez toda tu imperdonable belleza. Me quedé duro. Cuando se desató la
euforia en ese Quilmes Rock, te perdí en un tsunami de gente.
No es cierto que te extraño. Ni es cierto que esa fue la última vez
que te buscaría entre el público. Nunca te dije que a ese Kónex de
Onda Vaga yo no tenía pensado ir pero, cuando me contaste que te
habías comprado la entrada y preguntaste si yo iba, no pude más que
contestar: "Obvio". Dos sucesos que no se repetirán: ver a
ese grupo y asistir a un recital sólo para conocer a "una cosa
petisa rubia". Me vi a mi mismo fracasando en la simple misión
de tomar una birra con vos. Compré dos vasos grandes. Me tomé el
mío y me tomé el tuyo esa noche en la que Buenos Aires confirmaba
aquello de ser la Capital Mundial del Desencuentro.
No hay botón de reacción, quiero poner una carita llorando e irme sin decir nada. Esas caritas y esas huidas son la mejor simulación de respuestas de vida real que encontré hasta ahora.
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